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miércoles, 17 de octubre de 2012

La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras inaugura el curso académico 2012-2013 nombrando Académica Honoraria a la escritora Pilar Paz Pasamar - 16/10/2012



La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras celebró este pasado martes día 16 de los corrientes mes y año la solemne sesión inaugural del curso académico 2012-2013. Fue la Medalla de Honor del Instituto de Reales Academias de Andalucía y académica de Número de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz Pilar Paz Pasamar quien protagonizara este acto inaugural recibiendo el nombramiento de Académica Honoraria de esta Real Academia de San Dionisio.
Abrió la sesión el presidente titular de la prestigiosa institución cultural jerezana, Joaquín Ortiz Tardío, quien enseguida daría paso al Secretario General de la misma, Andrés Luis Cañadas Machado, para la preceptiva lectura de la Memoria de Actividades del curso precedente. El académico Manuel Antonio García Paz presentó –de manera directa, entrañable y muy descriptiva- la figura personal y literaria de la reconocida escritora. Paz Pasamar se sintió honrada por tamaño nombramiento a cargo de la Real Academia de San Dionisio a la par que de veras cómoda “y muy feliz” ante un auditorio que de principio a fin arropó con elegancia y admiración la calidad poética de la ponente.
Pilar Paz recitó de memoria, sin posar la mirada en los folios, sintiendo y reviviendo cada verso en primera persona, dueña y señora de unos escritos que emergieron como reflejo de la experiencia honda y de la alegría vital de quien ha sido por largo premiada en múltiples concursos y certámenes literarios. Paz Pasamar, siempre la sonrisa como ‘signo y viento de la hora’, por definirla con un título muy de la resonancia lírica de José María Pemán. Leyó Pilar Paz una selección poemática de su obra rematando la intervención con el recitado –rítmicamente musical- de unas sevillanas cuyo epicentro –‘el hombre del vino’- haría las delicias del público concurrente. No cabe la menor duda que la escritora dejó patente su nombradía literaria en la tribuna de oradores. Su natural capacidad declamatoria y su agradecida pronta conexión con el público amenizaron una sesión brillante y reconfortante.

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