Memorable sesión académica de recepción como Académico Correspondiente del reconocido guitarrista y compositor Paco Cepero
Posiblemente para principiar esta crónica habría que remontarse al ojo clínico que la mítica Perla de Cádiz proyectó sobre un mozuelo jerezano –chiquillo de mirada verde limón- capaz de apostrofar bulerías de ensueño en el pentagrama de su guitarra. Aquel adolescente saltó de Jerez al universo, del flamenco a la madrugada de su juventud primera, sustanciando una devoción musical –compositora, interpretativa, paladina, descarnada- donde el soniquete hecho metáfora y el virtuosismo temprano agavillarían una maestría ya de seguidillo conocida y reconocida por todo el ancho mundo. Paco Cepero jamás pudo obviar y ni siquiera disimular la expresividad que sus manos –deleite interpretativo de generación en generación- descifrarían cuando acariciaban la textura de la guitarra, las serenas curvas de esta caja torácica que ya definitivamente irrigarían sangre de amuleto y oxigenación a su talento, a su talante, a su compás, a su verosimilitud, a su pureza artística.
La Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras registró un lleno absoluto el pasado martes noche. No era para menos: ingresaba como Académico Correspondiente Paco Cepero, guitarrista de reconocido prestigio que en la cima y en la cúspide de su consagrada profesionalidad ya sólo esboza y desbroza una sola petición: “Dejadme pasear por Jerez”. Como una gratificación congénita que anida en su organismo. “Dejadme pasear por Jerez”, como cincelando todas las palabras, todos los vocablos, resultantes del lenguaje de las seis cuerdas. Presidieron la sesión académica –por delegación del presidente electo al encontrarse de viaje por razones profesionales- el Vicepresidente de Letras Antonio Murciano, el presidente de Honor de Francisco Fernández García-Figueras y el Secretario General Andrés Luis Cañadas Machado.
Tras la preceptiva presentación a cargo del Académico Enrique Montiel Sánchez, Francisco López-Cepero García, siempre afable y comunicativo, enhebrando pespuntes de sintonía y sincronía entre su discurso y el auditorio, esbozó una inicial suerte de confesión biográfica en primera persona. Los comienzos, el nacimiento de la vocación, las noches de cante y toque en las ventas de la memoria, Lola Flores solicitándole el tema ‘Amor, amor’ para el lanzamiento de una quinceañera Lolita cuando ya esta canción estaba prometida a ‘Los Marismeños’ (“pero lo que no consiguiera Lola”), sus composiciones para cantantes (“Chiquetete me dio muchas alegrías”), incluso para Eurovisión (“¿recordáis a Lucía cantando ‘El’ en la edición de 1982?”), la relación de amistad y cariño mantenida con grandes artistas, con personalidades del mundo de la cultura, con reyes, presidentes y Premios Nobel”. La sencillez, la probidad, la cercanía, la naturalidad y la empatía fueron latentes en la exposición del nuevo académico. Remató la sesión con la presentación de la grabación de la obra sinfónica ‘Suite Gades’ compuesta en homenaje al Bicentenario de la Constitución de 1812.